El valor de las metodologías Agile
En el nuevo entorno digital las empresas están obligadas a reaccionar de manera ágil, al ritmo de evolución actual. El valor de las metodologías Agile responden a la necesidad de desarrollar una gestión empresarial más dinámica.
La comunicación permanente es fundamental, así como la evaluación continua para ver en qué se puede ser más eficaz y realizar ajustes en el método de trabajo.
La transformación digital ha traído consigo nuevas formas de entender el trabajo. Las organizaciones y sus empleados evolucionan a un ritmo más rápido y las estructuras que hasta ahora funcionaban han quedado obsoletas. Se necesita una capacidad de respuesta a la altura del nuevo entorno, que ya no es tan previsible. Y es aquí donde las metodologías Agile ayudan a desarrollar una gestión empresarial más dinámica.
Su origen está ligado al desarrollo de software. La idea es sacar adelante un proyecto dividiéndolo en partes, de forma que cada una de ellas se complete de manera independiente. Así, en el caso de que haya que realizar algún cambio, solo afecta a la parte implicada y no a todo el proyecto. Esto agiliza mucho el desarrollo, más aún cuando los tiempos son cortos y, en el caso concreto del software, permite lanzar un producto o servicio lo antes posible. Bien para actualizarlo, bien para estar al nivel o por delante de la competencia.
Dentro de esta metodología es esencial contar con equipos capaces de auto-organizarse y con individuos motivados. Así mismo con el valor de las metodologías Agile, hay que proporcionarles el entorno y el apoyo que necesitan, y confiarles la ejecución del trabajo. La comunicación permanente entre todos los miembros del proyecto es fundamental, así como la evaluación continua para ver en qué aspectos se puede ser más eficaz y realizar ajustes en el método de trabajo.
Aunque los primeros pasos de la puesta en marcha de las metodologías Agile se dieron en los años 80, no es hasta 2001 cuando se concretan los cuatro valores que las definen y que, a día hoy, se aplican en las organizaciones que han optado por esta forma de trabajo y que resumen sus ventajas:
1. Los individuos y las interacciones son más importantes que los procesos:
Para construir organizaciones ágiles hay que diseñar equipos flexibles y escalables capaces de autogestionarse. En todos ellos han de establecerse unos roles claros y priorizar tareas para eliminar aquellas que sean innecesarias.
2. Es prioritario establecer entregas por fases, antes que contar con una documentación excesiva:
Una de las características de estas metodologías es que se organizan por bloques de trabajo y se establecen entregas parciales. El valor de las metodologías Agile proporcionan de esta forma y van cumpliendo objetivos poco a poco y se realiza un seguimiento de la evolución del proyecto.
3. La colaboración con el cliente ha de estar por encima de la negociación contractual:
El cliente puede intervenir durante cualquier fase del proceso, realizando sus propias aportaciones a medida que el proyecto avance. Así nos aseguramos de que todo va acorde a sus expectativas y de que el resultado final es el deseado.
4. Hay que saber responder ante los cambios, antes que seguir un plan establecido
Esta es una de las principales bases y ventajas de las metodologías ágiles. Al mantenerse una supervisión de todas las etapas del proceso resulta más fácil reaccionar a tiempo cuando se produce un imprevisto o es imprescindible una modificación; no es necesario esperar al final para corregir los fallos.
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