Resiliencia de la fábrica digitalizada

Resiliencia en la fábrica digitalizada

Las fábricas que ya habían empezado a implementar soluciones tecnológicas han demostrado en estos meses de crisis que son capaces de reaccionar con éxito a una situación excepcional e imprevista.

La introducción de estas innovaciones responde a la necesidad de automatizar, integrar y monitorizar recursos y procesos.

La industria 4.0. o digitalización de la fábrica se caracteriza por la integración de la tecnología a lo largo de todo el proceso de fabricación. Robots, sistemas de inteligencia artificial (IA) e Internet de las Cosas (IoT, por sus siglas en inglés) ocupan un lugar imprescindible en las plantas de producción. Ya no son una tendencia, sino una necesidad para las empresas que quieran alcanzar sus objetivos y mantener la competitividad en un entorno industrial cada vez más globalizado.

La introducción de estas innovaciones responde a la necesidad de automatizar, integrar y monitorizar recursos y procesos en aras de una optimización continua de la eficiencia, el rendimiento y la calidad, es decir, la excelencia en el OEE (Overall Equipment Effectiveness o Efectividad total de los Equipos). Atendiendo a los resultados, su implementación se traduce en un incremento del 40% en la calidad de los métodos y productos, un aumento de la eficiencia en un 30%, la reducción de la entrada manual de datos en un 90% y la disminución de los tiempos de producción en un 25%, según los análisis realizados por aggity.

La recogida de datos en tiempo real constituye el punto de participar para, aplicando analítica, ayuda a identificar ineficiencias rápidamente y facilita la toma de decisiones para corregirlas. Es decir, mejora la resiliencia de las fábricas, que son capaces de adaptarse a la demanda y los vaivenes del mercado.

Capacidad de reacción

La pandemia, y la crisis social y económica derivada de la situación sanitaria, han puesto en evidencia la necesidad de acelerar la digitalización. Las fábricas que ya habían empezado a implementar soluciones en este sentido han demostrado en estos meses que son capaces de reaccionar con éxito a una situación excepcional e imprevista.

La resiliencia se convierte así en un elemento esencial de la cadena de producción para mantener la actividad económica en un contexto en el que se han acelerado las tendencias previstas para los próximos 10 años:

  • Preocupación por el cambio climático y contaminación: el planeta ya consume más recursos de lo que es capaz de producir en un año.
  • Presión sobre los sistemas de salud: la pandemia ha sacado a la luz este problema y ha mostrado sus debilidades.
  • Crecimiento de las ciudades: el número de personas que vive en ambientes urbanos aumenta, aunque la pandemia parece haber ralentizado esta tendencia.
  • Globalización y localización: seguiremos trabajando en un ambiente global, pero dándole más importancia al contexto local.
  • Cambios en las formas de trabajo y de relacionarnos: las restricciones han provocado una adopción rápida de la tecnología para continuar con actividades sociales, laborales y de ocio.

La integración de la tecnología que, durante la primera ola de la Covid-19, parecía algo transitorio se ha convertido en un estado permanente en muchas compañías. Empresas y fábricas han tomado conciencia de que la capacidad de resiliencia ante situaciones adversas, que se escapan a cualquier plan de negocio, resulta esencial para asegurar el éxito y la competitividad de una organización.

En el caso de la industria, su digitalización, gracias a plataformas como Smart Factory by aggity, facilita la transformación de los métodos industriales y de toda la cadena de valor, incluidos personal, proveedores y clientes.


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